viernes, 10 de abril de 2020

Lluvia cae: CORONAVIRUS día 27

Estamos (los docentes y el alumnado) a escasos días de acabar nuestras "vacaciones" de Semana Santa. En este momento no tengo ni idea, tal cual, de qué va a ser de todos nosotros en la tercera evaluación. Imagino que será porque tal vez ellos (los de arriba del todo) también los desconozcan, y estén esperando a cómo evoluciona todo para decidirlo en los próximos días.

De cualquier forma, ojalá sea algo coherente, y den instrucciones claras, comunes para todos los centros educativos. Y que sea lo más justo posible. No digo que ser justo sea fácil. Pero reconozco que tal cual, la teleeducación es una injusticia, por muchas cuestiones. Espero que al menos anulen la tercera evaluación. Que podamos seguir virtualmente planteando actividades a los alumnos (planteen un repaso de las dos evaluaciones anteriores o avanzar materia), pero sin tener que ponerles una nota por este periodo surrealista, en el que las realidades de cada casa son distintas y me consta que hay diferencias abismales. 

A mí no me quita el sueño la parte académica de toda esta historia, pero lo que de verdad me preocupa es el plano personal. Me pregunto cómo estarán ellos, sus familias, y lo mismo respecto a todos mis compañeros de Béjar. Sí, seguimos en contacto, pero no es igual. Esta tarde una alumna me decía a través del Class Dojo que ella también nos echa mucho de menos, y me hablaba de las ganas que tiene de volver al cole...¡Y yo! Aunque con la mano en el corazón creo que en lo que queda de curso ese reencuentro en las aulas entre profes y alumnado no va a producirse (pero quién sabe). 

Tengo ganas de retomar esa rutina que tantos quebraderos de cabeza me da y es agotadora. Ganas de volver a madrugar a las mil de la mañana y empezar las clases en el Fili de Béjar a las 9. Con sus cinco sesiones y un descanso de por medio. Con la tarde, reuniones de coordinación, reuniones informativas, celebraciones, recreos...Con todo. Pero lo veo bastante negro. ¿Estaré equivocada? Mi cabeza prefiere hacerse a la idea de "esto va para largo," y así podemos salir antes de lo que creo, sería un alegrón. 

Y el "tengo ganas" podría ser bastante extenso, especialmente si enumerase a todas las personas con las que quiero reencontrarme. Hay días en lo que más que un deseo es una necesidad. Momentos en los que necesito ver nuevamente a determinadas personas, aunque nos quedemos en silencio. Me parece que los abrazos y las miradas hablarán por sí solos...

Poco después del aplauso de las ocho, se ha puesto a jarrear. ¡Bendita lluvia! Agradezco el sonido, el olor, verla, todo, todo, todo. En cuanto se pueda y llueva a cántaros, pienso salir a la calle sin paraguas, a disfrutar de la tormenta.

El aplauso es parte de mi nueva rutina, o mi COVID-rutina mejor dicho. Es como pasar lista, en vez de en el cole, en el barrio. Y creo que de alguna manera nos damos fuerza, nos miramos, sonreímos, demostramos que seguimos aquí, y todavía con energía para esos minutos de encuentro (a distancia), de apoyo colectivo. 

Otra parte de mi COVID-rutina, de la que ya habéis leído algo en el blog, son los audios. No recuerdo muy bien si empecé a enviarlos el segundo o el tercer día, sé que no tardé demasiado. Se me ocurrió, sin más, mandar una cosita diferente cada tarde (más bien noche casi siempre). Y ahora, con todos los días que llevamos superados y los que nos quedan por pasar, no me apetece dejarlo. El de hoy no fue fruto de la búsqueda, sino de la casualidad. Estaba revisando unas tareas en el Class Dojo y abrí el YouTube, por mi necesidad de tener música de fondo sí o sí. Y apareció una canción, que no me sonaba nada...La estrenaron hoy mismo. Es de Manuel Carrasco: PRISIÓN ESPERANZA.


Ánimo, mañana no vamos a salir, el día después de pasado mañana tampoco, pero va quedando menos y hay que visualizarlo. Mientras tanto, cruzaremos los dedos para quedarnos como estamos...y los que estamos.

Acabo con una viñeta publicada hace menos de una hora por 72 kilos. Pues eso...


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