Esta pandemia es excelente para seguir estrechando lazos, para reforzar mi sentimiento de unión hacia los que quiero, y quiero en mi vida con todas mis fuerzas, cada día que pasa más, mucho más. Me parece que el cariño según con quién no tiene límite, es infinito. Esas palabras amigas, ese cariño apabullante, saber esperar, esfuerzo por entender, querer escuchar, animar, apoyar, perdonar...Y mil detalles que me reservo, porque no sé si la gente lo hace de manera intencionada o no, pero me siguen dando alas y me gustaría que siguieran teniéndolos. Y esas alas las necesito para volar, aunque sea con el corazón. Nuestro cuerpo está aquí, cada uno en su hogar o donde quiera que esté pasando el encierro, pero el corazón no, que salga a pasear, vuele, se renueve...Lo decía a algunas personas unos meses antes de empezar toda esta historia, estoy "en construcción." Es verdad que las "obras" se han paralizado, pero no hay nada, absolutamente nada, que no pueda retomarse tres meses después.
Me da mucho apuro etiquetar a todas las personas en las que pienso ahora. De hecho ya he estado tentada otras veces y no lo he hecho. Pero si pudieran leer estas líneas, me encantaría que se dieran cuenta que pienso en ellos al escribir aquí cada día (y en muchos otros momentos, 24 horas son muchas), hablemos a diario o no.
No somos nadie si no fuera por los lazos humanos que tenemos, los que vienen dados desde que nacemos y además, los que hemos ido construyendo a lo largo de nuestra vida...y lo que nos quedan por seguir edificando o fortaleciendo. Y de eso trata la vida también ¿no? De lazos, de personas a las que, llueva o truene, queremos tenerlas (o sentirlas) cerca por encima de todo, y saber que forman parte de nuestro viaje, dure lo que dure.
Esta mañana ya supe qué iba a enviar el audio de esta noche. Como dije en él, no he variado ni una coma, está tal cual lo ha escrito Lola Ortiz, autora del blog "Un rincón maravilloso," sobre el que habéis podido leer aquí en anteriores ocasiones. Y dice así:
Esto tan solo es una lección de vida. Se ha puesto frente a nosotros para que nos paremos de una vez por todas, para que recapacitemos, para que nos demos cuenta de lo que realmente importa.
Para que valoremos los detalles, los pequeños detalles, y sepamos cuáles son las prioridades. Para que recordemos que todo cambia en cuestión de segundos, que no podemos planificar el futuro, porque no sabemos si vamos a llegar. Y para que recordemos que el hoy es mucho más importante que mañana.
Esto es una lección, una manera de decirnos que seamos felices con lo que tenemos, y no busquemos más allá.
Para que aprendamos y cuando salgamos no seamos los mismos, pero sí mejores.
¿La música de fondo? Hoy sí, encajaba hasta el título, parte de la banda sonora de...¡La vida es bella! (Pese a todo, lo es) Y un regalazo de los muchos que nos ha dejado Luis Eduardo Aute...Prefiero amar.
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