sábado, 21 de marzo de 2020

Aplausos: CORONAVIRUS día 7

Ayer fue un día mejor, como si viera menos nubes en el horizonte, y eso ha sido en gran parte gracias a los que estáis pendientes de mí, no solo cuando notáis que estoy de bajón, sino un día cualquiera, y os tomáis la molestia de preguntarme qué tal estás, cómo fue tu día o qué hiciste hoy, con y sin cuarentena, en días "normales", pero en los días raros también, como los que estamos pasando. Gracias por las dosis extras de cariño.

Uno de los momentos más especiales del día sigue siendo el de los aplausos. Ese momento de encuentro en el que los vecinos del barrio nos asomamos a nuestros balcones o ventanas. La verdad es que ya vamos poniéndonos caras (aunque no nombres), y agrada ver que el número de personas se mantiene o aumenta. Sin dudarlo, es una buena señal.

En ocasiones los edificios de enfrente empiezan a parecerme una especie de "13 Rue del Percebe," en la que han sacado la vida a los balcones o están dentro, sin cortinas, supongo que todo esto son consecuencias del confinamiento. Tan pronto ves una pareja bailando reguetón en pijama y con cazadora casi a la una de la madrugada, como te asomas asustada por las ventanas a consecuencia de una persona hablando a voces que parece que se ha colado en tu casa, y resulta ser una vecina de un edificio cercano, hablando a grito pelao, con una niña de dos años paseándose en chándal por la terraza (de estas que tienen barras, me dan pavor por los niños),  de repente madre e hija se ponen a aporrear el cristal, porque las han dejado encerradas fuera y tienen ganas de entrar. 

Jamás hemos tenido tanta vida de balcones, terrazas y ventanas. Y benditos sean. Da para escribir un libro, y eso que salgo poco a las terrazas, pero la vida en ellas llega aunque tengas todo cerrado. Parece que hemos subido el volumen. Creo que en mi caso lo mantengo, pese a la advertencia de mi hermano al empezar el confinamiento de "Raquel, no estás en el cole." Resulta que tengo tono maestra, y tiendo a hablar como si estuviera en clase, con los niños (jo, cuánto los echo de menos), una vez acabada mi jornada laboral.

Por cierto que prefiero madrugar a las seis de la mañana. No sé si los padres serán conscientes de todo el tiempo que hay detrás de unos ejercicios que les pides hacer, vídeos que seleccionas para que vean, canciones para escuchar y hacer oído...Perdí la cuenta del tiempo sentada frente al ordenador "teletrabajando." Entre seleccionar, preparar, colgarlas en la plataforma que fuera y responder a través de la misma a padres y alumnos, me levanté con un dolor de espalda (también del sitio en el que la espalda pierde su nombre) considerable. Pero ya es sábado y voy a hallar medias de todo. No sabemos qué pasará exactamente con la 2ª evaluación, pero suponemos que en breve seremos informados.

Ayer viernes era el Día Mundial de la Narración Oral, siendo sincera no tenía ni la más remota idea. Como hay un día en el calendario para casi todo, imposible llevar la cuenta de qué toca. Me enteré gracias a Encarna, o mejor dicho, Habicuela Cuentacuentos. Nos regaló un microcuento adecuadísimo para estos momentos: Ventanas, de Patricio Ríos.

Sabiendo la celebración del 20 de diciembre, me aventuré a grabar un audio diferente, algo más largo que otros y sin música...El cuento "Adivina cuánto te quiero." En los audios anteriores no he necesitado repetir, de hecho creo recordar que menos uno, el resto están tal cual, al primer intento de darle al botón rojo de la grabadora, quedó algo razonablemente potable. Con "Adivina cuánto te quiero" he necesitado de cuatro intentos y sí, no hay quinto malo, porque la quinta recibió mis visto bueno. Eso pese a darme cuenta tarde que justo en ese no había hecho el ruido del beso. 

Seguramente todos conozcáis el libro. Por si acaso hay algún despistado, os dejo un vídeo con el cuento.


Fue mi mejor descubrimiento de unas de mis prácticas de Magisterio, cuando fuimos una tarde, a la ya desaparecida sede de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en la calle Peña Primera. Nos presentaron una selección de libros por edades, para poder recomendar o trabajar con los niños, y uno fue ese. En ese momento supe que acababa de encontrar un tesoro. Es el tipo de historia que, me gustaría pensar, cualquier papá o mamá querría contar a su hijo/a. En mi estantería está por duplicado, una es una edición en inglés, del libro tal cual. La otra es una sorpresa a la vista, una versión pop-up de pequeño formato en una especie de caja roja. Desde luego que para mí es mejor que cualquier bombón. No llevo la cuenta de cuántas veces he regalado ese cuento en uno u otro formato, pero alrededor de nueve (a estas horas no estoy para hacer memoria), y siempre a personas que para mí son muy especiales, por el motivo que fuera. Nunca es un libro que regale al azar, hay una razón.

El curso pasado conté esta historia a mis niños y niñas del CEIP Filiberto Villalobos de Guijuelo, acompañada de Avellana, peluche bautizado así por mi querida Irene (una de mis alumnas). No tenía yo intención de ponerle nombre, pero con Avellana se quedó. Si la memoria no me hace aguas, fue en una de las sesiones de "Pinceladas de emoción", hablando del amor. Adoro la idea del amor infinito de una mamá o un papá hacia su hijo. Eso y la dulzura de las ilustraciones, hicieron de "Adivina cuánto te quiero" uno de mis imprescindibles. Si es que, es bonito hasta el título.



En cuanto publique esta entrada voy a cacharrear un poco con otro tipo de pinturas, hay que variar de técnica. Mañana veréis lo que sale...sea bueno o no, ja, ja, ja.

En un instante de aburrimiento, me dio por pintarme las uñas, con las uñas sin pintar no soy persona, es mala señal. Y tuve la feliz idea de tirar por los azules, y tengo las uñas de cinco tonalidades distintas de azul. Un cuadro total, en unas horas, cambio de color, o al menos no mezclo tanto. Si ve cómo las tengo una amiga que sé, me echa una bronca o le da un patatús. 

Espero que estéis bien, del ánimo no insisto, sabemos que depende del día (sin más) o de lo que pase o no durante el transcurso del mismo. Vamos a por otro día más.

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