jueves, 19 de marzo de 2020

Distancia: CORONAVIRUS día 5

¿Cómo empiezo? ¡Ah sí! Ya sé. Nuestros pichones de tórtolas siguen en el árbol. STOP. 
Cada vez pasan más tiempo fuera del nido. STOP. 
El mayor ya se ha aventurado a volar hasta árboles cercanos. STOP.
Cuando se vayan me va a dar pena. STOP. 
Lo que hace el aburrimiento. STOP. 
Siguiendo las andanzas de la familia "pichonil". STOP. Creo que pichonil no está en el diccionario. STOP. Debe ser consecuencia de tantas horas en casa. STOP...

En la madrugada anterior no seguí con las tarjetas de Navidad, no tenía ninguna gana. Iba a ponerme pero al final me di cuenta que era mejor dejarlo para otro día...Total, por días no va a ser. 

Pese a la nocturnidad de mi cerebro, he decidido levantarme a una hora determinada por la mañana, o esto podría convertirse en un caos total, y con lo que tenemos ya tenemos suficiente.

Es el segundo día que veo a la ambulancia en el portal del edificio en el que vivimos. Parece ser que se han llevado a dos vecinos...Cruzaremos los dedos. En esta situación, cualquiera ve una ambulancia cerca y se echa a temblar, pensando...¿coronavirus? Pero podrían ser mil cosas. Tiempo al tiempo, ya se verá y la cabeza hay que frenarla. Por ese motivo hoy he ignorado (casi) por completo los distintos informativos. Mi nivel de saturación empieza a alcanzar cotas peligrosas, y por salud mental me parece oportuno poner un poquito de distancia.

Distancia como la del supermercado, cuando hay que salir, y compruebas que según el sitio algunos la respetan a rajatabla y otros deben pensar que estamos de cachondeo, pues vaya, así nos va. He tardado en coger las cuatro cosas que me hicieron salir ayer, porque resulta que la distancia para la cola de las cajas o de frutas y verduras se respetaba escrupulosamente, pero por los pasillos la mayoría parecía tener una memoria pez y daba igual un metro que 20 centímetros. Resultado, asomarme antes a los pasillos, y si tenía gente a la vista, daba un rodeo por otro lado para evitarlos. 

Distancia la que nos separa los unos de los otros, a la vez tan cerca y tan lejos. Escuchando a la vecina (pared con pared con mi habitación), hablar con mi madre por el móvil, mientras escuchaba desde otra habitación de mi casa a mi madre responderla. Surrealista. Nunca hemos hablado tanto por teléfono, por WhatsApp y por todo. Habrá que cruzar los dedos para que internet no nos deje tirados. Incluid también en el aplauso de esta tarde a los informáticos, porque anda que no nos facilitan la vida y qué poco nos acordamos de su labor.

En varios momentos del día estuve leyendo textos en prosa y en verso, porque me apetecía y para elegir cuál mandaba ayer. Ahora ya creo que voy a continuar con esta idea peregrina mía hasta el final del estado de alarma, acabe en abril, en mayo o a saber. A este paso monto un audiolibro ja, ja, ja.

Una amiga respondió rapidito, me dijo que estaba esperándolo...Qué ilusión. Me alegra formar parte de la nueva rutina de mi gente, aunque sea en forma de audio enlatado. 

Por segunda vez, hoy jueves, recurro a un texto de Lola Ortiz, autora del blog de Facebook "Un rincón maravilloso." Lo acompañé de música de una peli que califico de estrafalaria, a la vez me encanta y, es la ocasión ideal para verla de nuevo: Amélie.

Dice así:
Hoy brindo por todos los amigos del mundo.
Por los de verdad, los que merecen la pena y marcan la diferencia.
Por los que hacen la vida no más fácil, pero sí mejor.
Por los que no son de la misma sangre, pero como si lo fueran.
Por los que son, al fin y al cabo, familia.
Por los que están en las buenas, en las malas, y en todas.
Por los que te sacan una sonrisa cuando no puedes más, y te dejan llorar si es lo que necesitas.
Por los que te abrazan fuerte sin romperte.
Por los que valen oro.
Por los que saben ser y estar, sin pensárselo.
Por los que dejan huella para siempre.
Por los que nos hacen felices y nos dejan un montón de recuerdos inolvidables.
Por los que sacan tiempo y ganas para estar a nuestro lado aunque sea un rato.
Por los que nos quieren de verdad.
Por los que se quedaron a pesar de todo, los que nunca se van.
Brindo por los que están aquí, y por los que nos miran desde allá arriba, desde esas estrellas que brillan como nunca.

He leído varias veces el texto anterior, para mí, en voz baja, y cuando lo iba leyendo pensaba que este texto lo podría haber firmado yo. No lo digo en plan soberbio, me refiero a que el contenido está muy en sintonía con mi manera de sentir y de expresarme. 

Sea como sea, hemos superado un día más.

Uno de los momentos más especiales sigue siendo el aplauso a las ocho de la tarde, notar que cada vez sale más gente a los balcones o aplaude desde sus ventanas. Esa idea tan bonita de la unión hace la fuerza, y cada día que pasa veo a mi barrio más unido...y por tanto, más fuerte.

Y entre tanto, miras el calendario y ves que es 19 de marzo, San José. Aprovecho para felicitar a todos los Josés, Pepes, Josefas, Pepitas, Pepas... Además, a todos los papás, qué importantes sois. Aunque esta vez no salgamos a celebrarlo, tenemos la suerte de poder comer juntitos los cuatro, en casa. Y eso ya es una celebración también. Pese a las circunstancias anómalas, quedaos con lo bueno de este periodo. Cada día saco alguna enseñanza.


Quizá ahora sí, dibuje algo antes de intentar contar ovejitas.

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